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Relato Travesti Marjory Massafera me taladra


Relatos Travestis Sevilla: Marjory Massafera me taladra
Autor : Badmotor2008

Marjory Massafera me taladra

Una semana después del trío con ella y Bianca Araujo, contacto con Marjory Massafera. Deja Mallorca en breve y me apetece una despedida. Esta vez, a solas. La cita tiene lugar el primer viernes de marzo, por la tarde. Confirmo media hora antes. Calculo el tiempo para llegar a la hora convenida. Traslado en coche y aparco en la zona sin contratiempos.

Una vez en el portal, llamo para que me abra. Subo por las escaleras. Al llegar al rellano, la puerta está abierta. Nos saludamos con dos besos y nos vamos directamente al cuarto. Al fondo del pasillo a mano derecha. El mismo dormitorio que ocupamos una semana antes.

Pelo suelto, va maquillada sin pasarse. Largas pestañas. Ojos negros preciosos, su color natural. Boca grande y labios carnosos. Me recibe con una especie de kimono asiático entreabierto. Ropa interior negra. Corsé en dos tonos, granate y negro, abotonado en su parte delantera. Medias de rejilla rojas y taconazos naranjas casi rojos. Sus uñas, perfectas. Largas, como le gustan a Marjory. Ha cambiado de estilo respecto al otro día. Hoy las lleva pintadas en rojo intenso. Parecen recién hechas. En resumen, está tremenda. Toda una “barbie brasileira”, que es mucho mejor que una “barbie”. Rubia con curvas donde agarrarse y esa piel morena tan rica que tienen por ahí.

Llegamos al cuarto, me quito la chaqueta y me siento en la cama. Olor a incienso recién quemado. Iluminación artificial agradable. Tenue pero suficiente. Marjory atiende unos mensajes con su móvil. Hace un gesto como disculpándose por ello. No me molesta, acabo de llegar. Aprovecho para darle un repasón con la vista. Bueno, también meto un poco de mano. Está junto a mí y no puedo evitarlo. Coloca una tela sobre la cama mientras hablamos. Se tumba en el colchón y pregunta sobre lo que vamos a hacer. Empieza a conocerme y tampoco hay que hablar demasiado. Vengo directo de casa, limpio y aseado. A su ofrecimiento de ducha rápida, digo que sí. Nunca está de más una repasada final. Antes de ir al baño, pago el servicio. Ella misma me acompaña y, mientras me ducho, entra para dejarme una toalla limpia.

Regreso al cuarto sin ropa, con la toalla en mi cintura. Me acomodo en la cama con un cojín a mi espalda. Marjory pincha música con su móvil. Sale una última vez y regresa con condones. Sonríe y se tumba a mi lado. Retira su sostén y lo lanza bien lejos. Me ofrece sus ricas tetas. Pongo mi lengua a trabajar. Y también mis manos. Lamo pezón y manoseo sus tetazas. Aspecto natural, tanto a la vista como al tacto. Bajo a su entrepierna y acaricio la zona. Paseo mis dedos por ambos lados del tanga. En el centro del mismo, un bulto empieza a tomar volumen. A mis chupadas de pezón, responden sus gemidos. Muerdo sin apretar en exceso, y a eso también responde bien.

Marjory retira su tanga, dejando su herramienta a la vista. Su polla, en estado semierecto, apunta su característica curvita hacia abajo. No puedo evitar atraparla con mis manos. Con mis suaves movimientos, enseguida adquiere volumen. Siento toda su dureza en mi mano. ¡¡Menudo pollón!! Grueso desde la cabeza. Ella me mete mano. Retiro la toalla de mi cintura. Nos pajeamos el uno al otro, calentándonos cada vez más. Me pongo de rodillas sobre el colchón y junto ambas pollas. Las masturbo simultáneamente. Mientras tanto, ella se dedica a pellizcar mis pezones. La cosa va bien. Quiero comer polla. Me agacho y empiezo saboreando su cabeza. Deliciosa. Con mis labios pegados a su tronco, bajo en busca de su base. Logro tragármela casi por completo. La siento en el fondo de mi garganta. Subo y bajo con mis labios pegados a su piel. “Chúpala entera”... escucho. Lo hago encantado. La exquisita feminidad de su cuerpo (rostro, tetas, manos, culo... toda ella) contrasta con su imponente pollón. Ella gime y me masturba. Por momentos, coloca sus manos en mi nuca y dirige la mamada. La mayor parte del tiempo, disfruto de su pollón a mi aire. Busco profundidad porque me gusta mamar así. Además, Marjory se pone bien cachonda con ello. Chupo sus testículos. Los meto en mi boca y juego con ellos como si fueran caramelos. Lamo la raja de su culo. En esta postura, no alcanzo su agujero. Vuelvo a meterme su pollón. Duro, grueso y curvadito. Una delicia. Saco y lo golpeo repetidamente contra mi lengua.

Hasta ahora, Marjory ha estado relajada. Tumbada boca arriba, disfrutando de mi mamada. Se reincorpora y agarra mi polla con sus manos. Iniciamos un 69, estando ambos de lado. Continúo mi atracón particular de pollón. Y ella empieza con el suyo. Me encanta el calor de su boca atrapando mi polla. Francés ensalivado y profundo. Tras un rato de mamada mutua, paso a masturbarla. Además de sentir su mamada, quiero verla chupando. Coloca una de sus manos en mi base y acompaña sus movimientos de subida y bajada con la otra. Sus carnosos labios no se separan de mi polla. La escena es tan porno que no puedo dejar de mirar. Su polla entre mis manos sigue dura como una piedra. Marjory succiona con ganas, dejando caer saliva por mi tronco. Saliva que ella misma recoge con sus labios. Sigue comiendo. No hay prisas. Vamos, una gozada. Sin duda alguna, de las mejores mamadas que me han hecho. El placer es enorme. Aún así, controlo mi excitación y logro estirar el momento. ¡¡Sensacional!!

Toca cambiar. “¿Te ha gustado mi mamada?”... pregunta sonriente. “Me ha encantado”... contesto. Única respuesta posible. Se levanta y se pone en uno de los lados de la cama. Hace gestos para que me acerque a ella. Lo hago, con mi espalda sobre el colchón. “Así no, a cuatro patas”... me dice. Desea asaltar mi culo en esa postura. Se coloca el condón. Erección dura y firme. Agacho la cabeza y levanto mi culo esperando rabo. Reparte lubricante con sus dedos. Junta su cuerpo al mío, apoyando un pie sobre el colchón. Agarra mis caderas con sus manos y empuja. Abre mi culo con determinación. Siento algo de dolor. Pero también sé que pronto pasará. Me la clava hasta el fondo. Resoplo. Permanece unos instantes quieta y empieza a moverse. Lentamente. Entra y sale, buscando máxima profundidad. Sube de marcha y empieza el festival de su follada. Mueve sus piernas y penetra desde diferentes ángulos, dándome cada vez más fuerte. Uno de los momentos culmen es cuando pone sus piernas por delante de las mías. En esa posición, empuja mi cuerpo contra el suyo y embiste. La profundidad de la enculada es bestial y no puedo evitar chillar. “Toma. Muerde toalla”... escucho. Marjory me tira la toalla que antes envolvía mi cintura. No piensa aflojar. Muerdo toalla y encajo sus potentes embestidas. Empuja mi cabeza contra el colchón y sigue dándome. Miro hacia atrás por debajo de mis piernas y disfruto con el morbazo de su cuerpo dándome. Su repertorio no tiene fin. Cambia la posición de sus piernas, pasándolas a un lado, a otro, o colocándolas por delante de las mías. Todo ello sin sacarla de mi culo. Acaba su primer asalto agarrada al cabecero de la cama.

Se tumba boca arriba con unos cojines en su espalda. Su polla sigue bien dura. Hace un gesto para que me siente encima de ella. Me acerco de frente y coloco su pollón en la entrada de mi culo. Me dejo caer hasta sentir el choque de su piel con mis glúteos. Empalado. Postura que aún no había probado con ella. Subo y bajo, notando un pinchazo cada vez que me siento del todo. No es dolor, pero sí una molestia que hace que pierda mi empalme. Tras un rato de flexiones, y viendo que la molestia no cesa, pido un cambio de postura.

Me tumba boca arriba, levanta mis piernas y me la clava. Continúa el festival de la “barbie”, que vuelve a taladrarme con potencia. Pone mis piernas a un lado, al otro, o sobre sus hombros. Empiezo a masturbarme con el morbo de su mirada al encularme. Sus tetazas rebotan al ritmo de sus embestidas. “Póntela dura”... me dice. “Pellizca mis pezones”... pido. En cuanto sus finos dedos aprietan mis pezones, mi erección se dispara. Sonríe satisfecha. Sigue dándome. Parece que está bastante cachonda. “Me voy a correr. ¿Dónde quieres que acabe?”... pregunta. “Ya lo sabes”... respondo. Sale de mí, se quita el condón y coloca sus rodillas junto a mi cabeza. Introduce la punta de su polla en mi boca y empieza a masturbarse. Tiembla. Gime. Y chilla. Convulsiones. Se corre con los ojos cerrados, descargando toda su leche en mi boca. Mis labios están sellados a su polla. Siento el calorcito de su corrida en mi lengua. Su consistencia es más bien fluida. Saboreo y trago. ¡¡Buenísima la leche de Marjory!! Cuando se recupera, ve que no me he corrido. He estado cerca, pero no he llegado. “Tendrás que ayudarme”... le digo. Agarra mi polla con su mano derecha y pajea. Pongo su otra mano en mi pecho y, al instante, siento su presión en uno de mis pezones. “Puedes apretar más”... añado. Masturba con más ímpetu y “castiga” mis pezones con sus uñas. Me lleva directo al éxtasis. Exploto y me corro sobre mi barriga. Marjory sigue a lo suyo. Apretando polla y pezones, hasta que mis espasmos cesan del todo. Polvo intenso.

Me pasa papel para que me limpie. Nos tumbamos en la cama y comentamos la jugada. Buen rollo y muchas risas. ¡¡Qué manera de follar!! Hay que decir que Marjory es más de follar que de hablar. Se muestra atenta y amable, pero no se siente cómoda hablando de sus cosas. Eso sí, me comenta que es la tercera vez que se corre hoy. Y que le duele un poco la cabeza. ¡¡Menos mal que no estaba al 100%!! Me ofrece ducha final y acepto. Vuelvo al cuarto, me visto y nos despedimos con un pico. Me acompaña hasta la puerta y le digo lo que pienso... “Volveremos a vernos”. Abandono su piso una hora y pico después. Satisfecho y bien follado.



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Added on April 05, 2016 at 12:00 am

Travestis de Sevilla Relatos y Experiencias de Clientes. Marjory Massafera me taladra


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