Relatos Travestis Sevilla: Bia Spencer... imponente
Autor: Badmotor2008
Al fin se consumó nuestro encuentro. Y me encontré con una Bia a la altura de sus muchas experiencias publicadas aquí. Vayamos por partes. La cita tuvo lugar ayer martes a las 11.30 de la mañana de un día bien caluroso, en el céntrico piso de Palma de su amiga Nykolle, donde Bia suele quedarse cuando visita Mallorca. Todo muy limpio y ordenado... debo decirlo.
La puerta se abrió... y no había nadie. Entré, se cerró y ahí estaba ella. Espectacular. Siento ser tan poco original, pero gana muchísimo en persona. Es así, no hay más. Botas altas negras con tacón, tanga de cuero rojo y negro, corpiño y pelo suelto... me encontré con una Bia imponente. Pasamos a la habitación. Yo nervioso y ella todo lo contrario. Amabilidad, sonrisas y charla para romper el hielo. Me ofreció bebida y pedí agua. Bia salió un instante del cuarto y me trajo un botellín de agua bien fresca.
Volvemos a la charla, y a mis nervios... que iban bajando con el paso del tiempo. Hablamos de muchas cosas, y al final entramos en materia. Yo sabía que llegado el momento podía quedarme sin palabras, así que me planté en el piso con los deberes hechos. Bia tenía claro lo que yo deseaba. Aún así, al tratarse de un servicio especial, acabamos de concretar algunos detalles. Pagué y pedí pemiso para darme una ducha bien fria, aunque siempre salgo limpio de casa.
Aquí empezaría la sesión, que he estructurado en tres partes.
PARTE 1. A los pies de mi ama.
A mi vuelta, Bia ya estaba preparada para empezar la sesión. En nada... la dulce Bia se transformaría en mi ama. Yo estaba desnudo del todo. Bia ajustó un collar metálico a mi cuello con una cadena para que mi ama pudiera manejarme a su antojo. De repente... ¡ZAS!... ¡ZAS!... Doble bofetón en mi cara para dejar claro quien mandaba ahí. Aunque el impacto resultó mayor de lo esperado... me gustó recibirlo. Seguidamente, me puso a sus pies, de rodillas y con las manos atrás. Me ordenó lamer sus botas, empleando sólo mi lengua. Mientras tanto, ella medio recostada en la cama se encendió un cigarrillo. La escena era de lo más excitante. Las órdenes eran, empezar por la suela... "eliminando todo el polvillo o suciedad" , continuar por la punta, y después ir subiendo hasta sus rodillas, momento en que podía apreciar su cara de vicio mientras se fumaba su cigarro. Empecé por su bota derecha, hasta recibir nuevas órdenes. Definitivamente, Bia se había transformado. De repente, primer escupitajo en mitad de su bota... a lo que siguió la frase "venga... lámelo bien". Después llegó otro, esta vez directo a mi boca. Me encantaba tragar su saliva con cierto aroma a tabaco... y pedí más. Cuando menos lo esperaba, mi cara recibía un nuevo bofetón. Siempre rápidos y contundentes. Nuevos escupitajos (qué ricos) y una pinza para cada uno de mis pezones (primera sensación de dolor intenso...y la cosa acababa de empezar). Hasta que uno se acostumbra, hace bastante daño. Tras ello, orden de lamer su segunda bota, con las reglas que ya conocía. Tras otro rato lamiendo bota, nueva orden. Cambio de posición. Debía permanecer de pie contra la pared y mi ama justo detrás. Por supuesto, no podía girar mi cabeza para mirarla. De repente, primeros azotes en mi espalda con el látigo de tiras de cuero. Resultaba de lo más excitante no saber cuando llegaría el impacto. Aquí no hubo tanto dolor porque había pactado con Bia que no dejara marcas sobre mi cuerpo. De no ser así, habría recibido mayor castigo, no me cabe duda. Y otra vez de rodillas, mirando hacia ella, que permanecía sentada en el borde de la cama. Mientras tanto, mi ama había dejado sus preciosos pechos al descubierto. Como me estaba portando bien, se me permitió lamerlos... siempre con mis manos atrás. Y así estuve un buen rato. Y llegó un nuevo regalo, un apasionado beso de mi ama... con lengua y mordiscos en mis labios. Justo después, me ordenó lamer su tanga de cuero... donde su sorpresa permanecía aún en reposo. Aparte del tanga, como estaba hambriento de su piel, me esmeré en lamer sus ingles lo mejor que pude. Al rato, destapó su sorpresa que estaba ya bien dura con su preciosa curvada a su izquierda. Debo admitirlo, me quedé impresionado (y acojonado también... pensando en lo que estaba por llegar). No sólo impacta su descomunal tamaño, además es bonita. Imposible no querer chuparla nada más verla. Tras su permiso, comencé a lamer semejante herramienta. Ante la imposibilidad de una garganta profunda (con esfuerzo llegaba a introducirme media), me centré en su rico fresón. Como vio que me esmeraba, mi ama me regaló nuevos escupitajos, algunos en mi cara y otros directamente en mi boca. Como ya no había pinzas en mis pezones, Bia las había arrancado violentamente un poco antes, llegaron los primeros pellizcos sobre mis pezones, todavía doloridos por la presión de las pinzas. Mientras seguía chupando, escuché que mi ama cogía algo... y el sonido del encendedor que vino después me indicaba lo que me esperaba. De repente, sentí caer algo caliente sobre mi espalda. Era cera caliente y, afortunadamente, el dolor se transformaba en placer al instante (segunda sensación de dolor... esta vez más llevadero). Obviamente, yo continuaba chupando rabo mientras la cera resbalaba por mi espalda. Al rato, se me permitió emplear también mis manos. Menos mal... porque mi boca no podía dar todo el placer que su sorpresa merecía. Y como la cosa iba subiendo de tono, mi ama se reclinó sobre la cama mostrando su culo. Seguidamente, la orden, aunque no hubiera hecho falta, pues tenía bien claro que tocaba lamer culo. Y mi lengua practicó su primer beso negro ante uno de los culos más gustosos que existe. Mientras chupaba y metía mi lengua lo más adentro que podía, masturbaba la espada de Bia, que se mantenía dura en todo momento.
PARTE 2. Exploraciones.
Llegado este punto, ya me había dado cuenta de la dinámica de la sesión. Dosis de dolor se irían alternando con momentos de respiro hasta el final. Y llegamos a un punto de inflexión. Tras dar placer a mi ama durante un buen rato, me había ganado un nuevo premio. Y para recibir ese premio, mi ama sabía que mi culo necesitaba cierta preparación. En ese momento, se incorporó y me colocó de rodillas junto al borde de la cama. Mi ama me ofreció el bote de popper y volví a inhalar mientras ella sostenía con sus manos. Lo había hecho antes por primera vez. Aunque es algo que no había probado hasta entonces, el calibre de Bia hacía más que aconsejable su uso. Yo seguía a cuatro patas... dispuesto a recibir lo que llegara. Y llegó una buena dosis de placer. Un beso negro antológico. Al tiempo que sentía su habilidosa lengua explorando mi esfínter, contemplaba su espectacular mirando hacia atrás entre mis piernas, que quedaban abiertas. Sentía que el momento en que Bia me haría suyo quedaba muy cerca. Pero antes, decidió abrir camino con un consolador de tamaño mediano (aunque ridículo comparado con su sospresa). Antes de introducirlo, golpeó repetidamente el consolador contra mi culo, que ya tenía ganas de tragar. Lubricó la zona y ordenó que abriera mi culo todo lo que pudiera empleando mis manos. Y el consolador entró. Yo seguía contemplando el habilidoso movimiento de sus manos con la vista puesta entre mis piernas. Ver su polla bien dura, mientras el consolador entraba y salía era de lo más morboso. Tras un rato así, Bia acercó su cuerpo hacia mi cara ordenándome que chupara rabo mientras ella continuaba sus manualidades. Cuando sentí que lo sacaba definitivamente... tenía claro lo que tocaba. Bia me lubricó más, se enfundó, y acercó su espada hasta el objetivo. Yo seguía a cuatro patas sobre la cama, observando la escena entre mis piernas. Tras los primeros intentos, pensé que no entraría ni de coña, y lo digo de verdad. Ella empujaba con suavidad, pero sólo conseguía entrar unos centímetros. Tras cada intento, un fuerte pinchazo me hacía ver las estrellas. La boca de Bia decía que mi culito, aunque estrecho había dilatado muy bien, mientras seguía con sus intentos. He de decir que sólo una polla había roto mi culo antes que la de Bia, y, sin ser pequeña, era mucho más estrecha. Sentía dolor, pero sabía muy bien que no tenía escapatoria. Era cuestión de minutos. Entonces mi ama marcó la estrategia. Ella se mantendría inmóvil y sería yo mismo quien empujara hacia atrás, controlando así el dolor. Y así estuve otro rato, intentando con todas mis ganas meterme semejante pollón. Al oir sus palabras "ya la tienes casi toda", empujé un poco más y sentí que se había consumado. Bia estaba dentro de mí, al fin. Esta sensación de dolor era la más intensa de las experimentadas hasta ese momento. Bia no se movía para que mi culo se fuera acostumbrando a su calibre, pero enseguida llegaron sus primeros movimientos. Con el suave vaivén, empecé a disfrutar, compensando ligeramente la sensación de dolor. La sensación de estar lleno invadía todo mi cuerpo y era de lo más placentero. De repente, Bia subió el ritmo. Dolor y placer volvían a darse la mano. Y así estuvo un rato, embistiendo por detrás, cada vez más fuerte. De vez en cuando, salía uno instante y volvía a entrar. Bia ordenó entonces un cambio de posición. Me tumbó en la cama con dos cojines a mi espalda, piernas atrás y otra vez dentro de mi. Ahora podía disfrutar viendo su cara y su cuerpo mientras me taladraba. En cuanto me fui acostumbrando al placer, un nuevo sobresalto. Veo que Bia agarró de nuevo el consolador al tiempo que su mirada se volvía perversa. Mi ama ya estaba de vuelta. Al darse cuenta de que mi culete se acostumbraba a sus embestidas, decidió actuar. Sin sacar su polla de mi culo, introdujo también el consolador. Otra vez dolor. No podía evitarlo y lo único que podía hacer era gritar. Cuando ya lo tuvo dentro, volvió a bombear mientras sostenía el consolador con su mano. "¿No querías polla?... ¿no tenías hambre de polla?... Pues ya tienes dos, una de verdad y una de plástico"... escuchar esas palabras y mirar su cara de vicio me puso a mil. Al rato, decidió sacar el consolador y sentí un gran alivio. Mi culo estaba perfectamente adaptado a su polla en ese momento. Siguió dándome un rato más en esa postura, y llegaron nuevos escupitajos. En ese momento, decidió follarse mi boca con sus dedos. Yo chupaba y sentía como sus femeninas uñas recorrían mis labios y mi lengua. A todo esto, no dejaba de taladrar. ¡¡Tremendo instante!!
Al rato, ordenó un cambio de posición. Ella semi-tumbada con su polla en alto, me dijo que me colocara frente a ella y que fuese yo mismo quien se introdujera su polla. "¿No eres mi esclavo?... pues trabaja". Una vez más, seguí sus órdenes, empecé a bajar y... ¡¡Joder!!... en esa postura la sentía todavía más. Nuevos pinchazos. Yo trataba de no bajar del todo con mis movimientos... pero mi ama se dio cuenta. Bia exigía que mis nalgas tocasen su cuerpo... quería empalarme del todo. Y su polla seguía dura como una roca. Bajé hasta donde pude... la verdad. Era mi estreno ante una polla de este calibre y mi culo empezaba a flaquear. No sólo hay longitud, su grosor es también de impresión. Me habría encantado pedir más guerra (y mi ama me la habría dado)... pero no podía. Tras un rato de sube-baja, empecé a sentir la derrota y salí. Bia seguía pletórica y mi culo no podía con tanto maltrato.
En ese momento, me sentía extasiado. Todo sudado (el popper tenía mucho que ver... creo) y con el ojete bien escocido. En esta fase mi ama me dio un poco de tregua y me regaló un nuevo beso negro, más largo e intenso aún. Bia quería ver mi polla bien dura. Mientras me decía lo abierto que me había dejado el culo, introdujo sus preciosos dedos en él. Primero uno, luego dos, y acabó con tres. Lo cierto es que entraban y salían con total facilidad. Seguidamente, me permitió volver a chuparlos.
PARTE 3. Clímax.
Estaba empapado en sudor. Mi ama ajustó la correa a mi cuello y ordenó que la siguiera, siempre de rodillas. Abrió la puerta del dormitorio y se dirigió al baño. Intuía lo que podía llegar, y eso me gustaba. Ordenó que entrase en la bañera conservando la posición de rodillas. Abrió el agua fría y regó todo mi cuerpo con ella. Mi polla no subía... y ella me dijo que me pajeara. "Si no la veo bien dura... no tendrás premio". Esas fueron sus palabras... y escucharlas me puso a tope. Estar a merced de tu ama, mirándola desde abajo y mientras se masturba, resultaba de lo más morboso. Mi excitación subió en segundos. Mi ama se percató y me ordenó que no se me ocurriera acabar antes de que lo hiciera ella. El clímax se acercaba. De repente, llegó su primera descarga, pero era líquida, dorada y muy calentita. Sentirla resbalar por mi cuerpo era fabuloso, pero yo quería más. Deseaba tragar. Rápidamente, acerqué mi boca hasta su chorro y pude degustar tan exquisito manjar. El sabor era intenso, muy salado... pero delicioso. Era mi primera lluvia dorada y me encantaba. De repente, la fuente dejó de brotar, y las manos de mi ama comenzaron a subir y bajar rápidamente. Mientras tanto, yo seguía a lo mío... con todo cuidado de no adelantarme. Contemplar las preciosas manos de Bia manipulando esa pollón lo ponía bien difícil... la verdad. Al minuto de la lluvia dorada (aunque perdí la noción del tiempo) y sin previo aviso, primer espasmo y primer disparo sobre mi cuerpo. Su leche era muy espesa... tanto que apenas resbalaba tras impactar en mi cuerpo. En ese momento, tras un instante de duda, hice lo que más deseaba (no quería arrepentirme a posteriori). Acerqué mi boca bien abierta hasta su polla... y Bia entendió el gesto. Su segundo disparo cayó sobre mi lengua. Lo saboreé... todavía con el intenso sabor de su meada en mi boca. Llegaron nuevos espasmos acompañados de más descargas. En cuanto acabaron, llegó mi descarga. Recibí la última orden mi ama... chupar su polla y dejarla bien reluciente. Y así lo hice. Ya me podía duchar.
La sesión había acabado. De nuevo en el dormitorio, estuvimos un buen rato de charla amigable, tan placentera como la propia sesión.
Bia, excelente conversadora, volvía a ser la persona dulce y amable del principio. Me había encantado conocer sus dos caras.
Por cierto... nos pasamos del tiempo y Bia no reclamó nada por ello. Me parece importante destacarlo.
En resumen, toda una profesional y una persona increíble. Se gana su excelente reputación a pulso.
Volveremos a vernos... no sé qué faceta de Bia querré disfrutar... pero sé que ocurrirá.
Espero que disfrutéis el relato. Algo extenso, aunque la sesión lo merecía.
Fueron tantas cosas, tantas sensaciones. Gracias por todo... Bia.
Added on June 13, 2016 at 12:00 am