Relatos Travestis Sevilla: Sonya Harvard en Valencia al fin!. Muy cañera y dominante, guapa, simpática y morbosa
Autor: badmotor2008
PRECEDENTES.
Mis deseos por conocer a Sonya Harvard venían de muy atrás. Por distintas razones, hay chicas que te enganchan. En el caso de Sonya se trataba de una combinación entre físico y rostro. Su mirada me decía que valía la pena. Las buenas críticas ayudan, aunque en su caso la mayoría quedaban lejos en el tiempo. En esta misma página se habla de ella pero algunos de esos relatos son de hace ocho años. Tampoco se anuncia demasiado últimamente. Ví varios anuncios de ella a mitad de diciembre que decían que estaría en Valencia hasta enero. Me emocioné. Aunque sé que es versátil, ahora se anuncia como 100% activa. Cosa que me pone aún más. Ya tenía mi plan.
ATENCIÓN TELEFÓNICA.
Perfecta. Tono de voz sensual, explicando las cosas de manera pausada. Se muestra cercana y atenta. A veces, cuando llamas a una escort por primera vez te suelta un discurso que parece aprendido. No te llega. Con Sonya fue todo lo contrario. Concertamos cita para el día siguiente al final de la mañana. Nochebuena.
MOMENTOS PREVIOS A LA CITA.
Confirmo con ella y me pongo en marcha. Tengo un desplazamiento de una hora de coche y ella lo sabe. El trayecto se hace largo. Ganas acumuladas y mucha excitación. Según me acerco, mis nervios van en aumento, como toda primera vez con una escort. Sonya sería mi primera trans española. Plus de morbo, aunque también de nervios. Aparco en la zona sin dificultades. Centro de la ciudad, barrio de Monteolivete, junto a la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Me acerco a la dirección caminando. Se trata de una planta baja en una finca antigua.
PRIMERA IMPRESIÓN.
Me recibe con dos besos. Conjunto de lencería negro. Botas altas de latex con taconazo. Brillantes y negras. Medias de rejilla asomando por encima de las botas y corsé ajustado al cuerpo también de rejilla. Todo en el mismo color, negro. Pelo suelto. Rubio. Maquillada. Impresionantes ojos azules. Labios carnosos. Me fijo en el piercing que lleva justo encima de sus labios, a un lado. Le queda de miedo. Manicura francesa. Veo que tiene nuevos tatoos en sus manos, en la zona de ambos pulgares extendiéndose hacia sus muñecas. En resumen, aunque Sonya ya no es una niña, está buenísima. Se lo digo y ella sonríe.
SU PISO.
La vivienda está reformada. Intervención acertada que conserva elementos de valor. Limpio y ordenado. Me conduce a la sala principal de la vivienda (salón-cocina-comedor) y nos acomodamos en el sofá. Me ofrece bebida. Pido una cerveza. Charla inicial para romper el hielo. Sonya se muestra amable y cercana. Acaricia con sus femeninas manos mis muslos y sonríe. Tranquiliza al tiempo que seduce. Mirada felina.
Superada esta fase, me ofrece el baño. Aunque vengo duchado de casa, acepto. Un repaso siempre viene bien. Antes de hacerlo, le pago el servicio. Me acompaña hasta el baño y me da una toalla limpia. Me ducho fantaseando con lo que me espera. Salgo con la toalla envolviendo mi cintura. Me coge de la mano y me lleva hasta el cuarto, junto al acceso a la vivienda.
EL CUARTO.
Cama enorme en el centro con pasos ajustados a ambos lados. Espejo enorme en la pared del cabecero. Me gusta este detalle. Frente a la cama y colgada de la pared, pantalla plana con película porno en marcha. Aunque hay chicas trans en escena, hago poco caso. Me interesa más lo que tengo delante. A diferencia de la estancia principal, muy iluminada a través de un patio, aquí no hay relación con la luz natural. Las persianas de la ventana, que dan a la calle, están cerradas. La luz artificial, aunque suave, es suficiente. Ambiente agradable que me hace sentir cómodo.
ACCIÓN.
Los instantes previos a la acción siempre me parecen excitantes. De un momento a otro, algo hará click y la cosa no parará. Estamos de pie a un lado de la cama. Sonya abre fuego. Pone su mano en mi entrepierna y empieza a magrear. Aunque lo hace por encima de la toalla, levanta mi polla en segundos. Sonríe. Empiezo a palparla, primero por el culo. Subo a sus tetas. Grandes y duras al tacto. Ella me mete mano, buscando mi paquete por debajo de la toalla. Frotamos nuestros cuerpos. Me da la vuelta y restriega su cuerpo con mi culo. No suelta mi polla. Vuelve a girarme y quedamos uno frente al otro. Tengo ganas de besar sus carnosos labios pero no me atrevo. Decido besarle el cuello. Al comprobar que deseo comerme sus tetas, retira el sostén. Dobla el corsé de rejilla hacia abajo y ofrece sus tetazas. Manoseo y chupo aureola. Son duritas. Se nota que son siliconadas. Pezones pequeños en punta. Los chupo. Ella me tiene agarrado por la polla sin dejar de masturbar. Coge mi mano y la lleva hasta su paquete. La muevo en círculos. El tanga negro empieza a abultarse. Obviamente, su polla acaba saliendo por un lateral. “¿Qué quieres hacer con ella?”... me dice. “Ahora veré”... respondo. La atrapo entre mis dedos y agito, tal y como ella hace conmigo. Crece de manera instantánea. La dureza que toma es tremenda. La forma, bastante singular. Hacia la mitad de su longitud adquiere una interesante curvatura hacia arriba. Gruesa en su base, pierde sección según te alejas. Su dotación es media-larga. Huevos grandes. La zona está perfectamente depilada. “¿Me pongo una gomita y me la comes?”... pregunta. Le digo que no hace falta. Es más, deseo sentirla al natural. Me agacho hasta tener mi cabeza a la altura de su cintura. Saco mi lengua y empiezo a lamer su punta. Bajo por el tronco y alcanzo su base. Me gusta sentir toda su dureza en mi lengua. Busco sus pelotas y las introduzco en mi boca. “Cómete mis dos huevos a la vez”... escucho. Ella misma los junta con sus manos para ayudarme. Regreso a su polla para comérmela. Engullo de golpe. La longitud es perfecta para tragártela entera. “¡Qué bien me la comes, cabrón!”... suelta entre gemidos. Con el calentón, ya me tiene agarrado por la cabeza. La mamada deja paso a la follada de boca. Muy profunda. “Así me gusta. Sin dientes”... escucho.
Me tumba boca arriba en la cama. Se pone de rodillas y retira su tanga para facilitar mi trabajo. Yo he perdido la toalla que envolvía mi cintura. Me la enchufa de golpe y empieza a follarme a buen ritmo. Sonya empieza fuerte. Su vena dominante está aquí. Trago polla al ritmo que ella impone. Manoseo sus tetazas al mismo tiempo. Cuando sale para darme algo de aire, me como sus pelotas.
Sigo tumbado boca arriba. “No te muevas. Quiero follarte la boca entrando desde atrás”... me dice. Ella se coloca de rodillas detrás de mi cabeza. Pone una bota a cada lado y me hace abrir la boca. Penetra empujando hasta el fondo. O eso pensaba yo. Al inclinar su cuerpo hacia delante, logra que su polla entre más. La siento en mi garganta. Y sus huevos en mis labios, sin llegar a entrar en mi boca. Una vez me tiene así, embiste con sacudidas muy seguidas. Está claro que domina la técnica de follar bocas. Entre arcadas y pinchazos, su polla curva alcanza mi campanilla. Indefenso por la postura, me doy cuenta de que lo único que puedo hacer es relajar mis músculos y tragar sable. Disfruto el momento sumiso y las vistas. Su culazo en movimiento ante mis ojos. Justo por encima, la rosa y las espinas tatuadas alrededor de su cintura. Sus gemidos son más intensos cuando empuja con fuerza. Había leído que Sonya disfrutaba de verdad cuando se la comías. Pero lo que le mola es follarte la boca de este modo. Y si al empujar provoca tus arcadas, más cachonda se pone.
Abandona la postura y me la ofrece de cara. La chupo un rato a mi aire. Coge un condón y se lo pone en los dedos. Echa un poco de lubricante. “Abre la boca”... dice según recupera la posición anterior. Me la clava hasta la campanila y empieza a sacudir. La novedad es que ahora me trabaja el culo con sus dedos al mismo tiempo. Parece que prepara el terreno.
Pide permiso para fumarse un cigarro, abandonando en ese instante su rol de ama. Por supuesto que se lo doy. Lo que ella desea es disfrutar de mi mamada y de de su cigarro de manera simultánea, cómodamente tumbada boca arriba. La escena tiene su punto morboso. Siempre he encontrado excitante la imagen de una mujer fumando. La de una chica trans mientras se la comes, todavía más. Lo hace sin prisas, disfrutando del momento. Una vez termina, agarra mi cabeza con sus manos y me folla la boca en esa misma postura. Me vienen arcadas que voy controlando, aunque me atraganto. Como no suelta mi cabeza en ningún momento, expulso mucha saliva que resbala por el tronco de su polla acumulándose en su base.
Se incorpora y coge un condón. “Te la voy a clavar a cuatro patas. A ver si este culito me gusta tanto como tu boquita”... me dice. Se coloca en el lateral de la cama y yo en el borde. En el espejo del cabecero nos vemos ambos reflejados. Agacho la cabeza y alzo el culo. Tras varios cachetes en mi culo, acerca su polla bien dura. Me la clava con decisión, abriéndome el culo sin problemas. Hasta el fondo. Empieza a taladrarme con ganas. Agarra mi polla con su mano comprobando lo dura que me la pone. Miro el reflejo de nuestros cuerpos en el espejo y me pongo todavía más cachondo. Es como una película donde el protagonista eres tú. Disfrutas del cuerpazo de Sonya embistiendo y, además, sientes su pollón duro bien adentro. La escena es un morbazo. Al rato, apoya su rodilla en la cama y pasa a encularme por detrás aunque ligeramente ladeada.
“Túmbate boca arriba”... escucho. Cojín a mi espalda, piernas en sus hombros y para dentro. Abre mis piernas, las cierra y va probando variantes sin dejar de darme. Le encanta agarrarme la polla mientras me folla. Da igual la postura. Ella agarra y agita. En cuanto aviso de que si sigue masturbando me correré, la suelta. Eso ocurre en diferentes momentos del polvo. Me tiene cerca del orgasmo sin llegar a dármelo.
Sale y se quita el condón para que se la coma otra vez. Lo hago un rato de frente y otro en su postura favorita, follándome la boca. Ella parece disfrutar tanto como yo. De hecho, a veces la saca dándome pequeñas pausas para no correrse.
Se tumba boca arriba, polla en ristre. Me dice que me folle yo mismo y que lo haga mirándola. Me coloco en posición y me siento en su polla. Agarra la mía, bien dura. Yo empiezo el juego del ascensor. Me fijo en su cara de vicio y me caliento. Busca con su mano libre mis pezones y empieza a retorcerlos. “Sonya, si continúas tocándome me correré”... le digo. Ella me suelta y sigo con el sube baja. Siento mucho placer empalado en esta postura. Vuelve a agarrarme. Polla y pezón. “Como sigas así me corro”... le digo. Por un momento parece dudar. Me suelta. “Pero no pasa nada si me corro. Podrás seguir follándome”... añado. Vuelve a usar sus manos. Triple estímulo. Su polla en mi culo, su mano derecha masturbándome, y sus dedos de la mano izquierda pellizcando mis pezones. Exploto, descargando en su ombligo y en sus tetas. Me quedo sentado sintiendo su polla bien dura. Un detalle que me encanta es que no ha soltado mi polla en todo el rato que ha durado mi orgasmo. La visión de mi leche impregnando sus dedos me excita. Sigo empalado y siento que ella está a tope. “Anda, levántate”... me dice. Lo hago entre temblores y me tumbo boca arriba.
En cuanto recupero el aliento, veo que comienza a acariciarme el pecho con sus manos. “¿Aún no te he mordido los pezones?”... pregunta retóricamente. Aproxima su cabeza a mi torso y envuelve mi pezón izquierdo con sus labios. Lo chupa. Lo estira. Empieza a morderlo. Me pone cachondo al momento. También me pellizca el pezón derecho. “¡Qué morbazo tienes!”... me suelta. “Y tú más”... respondo. Se incorpora acercando su polla a mi cara. “Uy. Te iba a decir que me la comieras para ponérmela dura y ya está tiesa”... me dice. La intoduce en mi boca por enésima vez. Me deja chuparla a mi ritmo.
“Ahora no sé si follarte la boca o el culo”... escucho. “Lo que más te ponga”... respondo yo. “Creo que haré las dos cosas”... añade con sonrisa perversa. Cojín en mis bajos y nueva goma. Lubricante en sus dedos que reparte por mi culo antes del nuevo asalto. Me la clava, agarra la manivela y empieza a bombear. Coloca sus uñas en mi torso y araña. Hace lo mismo con mis ingles. Engancha mis pezones y los retuerce. Me quejo y ella me ignora. Ha descubierto que todo esto me pone. Abre mis piernas, las coloca en sus hombros y sigue bombeando. Sus pelotas rebotan en mi culo una y otra vez. Se quita el condón, se arrodilla ante mi cara y me la enchufa en la boca. Me folla así un rato. La saca y golpea su polla contra mi lengua una y otra vez. “¡Cómo me estás poniendo!”... escucho. Ella se masturba a buen ritmo mientras yo le como las pelotas. “¿Quieres mi lechita?”... me dice. Yo muevo la cabeza afirmativamente. “¿Dónde la quieres? ¿Me corro en tu polla o en tu cara?”... añade. Sigo comiendo polla. Le digo que quiero su descarga en mi cara.
Me tumba boca arriba y ella se coloca detrás de mí. Abro la boca y me la enchufa. Hasta la campanilla, como a ella le mola. Sale. Se la casca a escasos centímetros de mi cara. Yo me como sus huevos. Miro hacia arriba y solo veo pollón a punto de estallar. Justo detrás, tetazas. Y al fondo, cara de vicio. Gime cada vez con más intensidad. De repente, empieza a disparar leche contra mi cara y mi pecho. También impacta en la colcha de la cama. A un chorro le sucede otro. Noto el calorcito de su leche en mi rostro. La noto resbalar por mi cuello. Su corrida es abundante, de consistencia más líquida que densa. Después me confesará que llevaba unos días sin correrse. Me ha puesto perdido. Me acerca unas toallitas húmedas para que me limpie. A todo esto, continúa con sus botas puestas.
CONCLUSIÓN.
Comentamos la jugada entre risas. Me ofrece otra birra y la acepto. Sale un segundo del cuarto y la trae a la cama. Nos quedamos charlando un rato de temas distintos. Pido permiso para una ducha final. Me visto y me acompaña hasta la puerta, despidiéndome con dos besos.
Polvazo. Se superan mis expectativas con Sonya. Trato y sexo. Obviamente, pasa a mi lista de profesionales para repetir. Ya sabéis que soy de repetir. Eso sí, me voy con la garganta “tocada” para unos días.
Added on April 21, 2017 at 12:00 am